Los gancheros de Cuenca

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PROYECTO DE IDENTIFICACIÓN Y VALORIZACIÓN DEL

TRANSPORTE FLUVIAL EN LA

COMUNIDAD DE CASTILLA LA MANCHA.

“LOS GANCHEROS DE CUENCA”

Por Cipriano Valiente Gómez.

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OBJETO DEL PROYECTO.

-Conocimiento del transporte fluvial.

-Conocer el transporte fluvial en Castilla la Mancha.

-Valorar la importancia histórica y socio-cultural de esta actividad.

-Identificar y relacionar los componentes particulares de cada provincia en su relación con dicha actividad.

-Identificar y valorar las singularidades de cada población  en la ruta de las Maderadas.

- Crear un mapa con los datos y reseñas necesarias para situar a cada población en los términos de productor, transporte y consumidor.

-Recuperar  las maderadas como una actividad propia y original de la provincia de Cuenca, y por extensión en Castilla la Mancha.

-Recuperar a los Gancheros como personajes propios y singulares del transporte fluvial desde Cuenca hasta los puntos de distribución.

-Fomentar el estudio de esta actividad, y otras relacionadas con la madera, montes, talas, aprovechamientos, transporte, usos… etc.

-Fomentar el desarrollo turístico cultural en torno al respeto del medio ambiente y el conocimiento de nuestra historia y así poner en valor nuestro patrimonio cultural.

-Proporcionar puntos de análisis y de investigación para seguir recuperando y documentando el transporte fluvial en Castilla la Mancha.

A MODO DE PREÁMBULO.

Para buscar el origen del Ganchero, es preciso remontarnos a los tiempos en que la madera era el más preciado material para la construcción militar y civil.
A menudo los puntos de producción de la madera estaban muy lejanos de los mercados y además los accesos eran difíciles cuando no imposibles con los medios que disponían, ya que los pinos crecían en elevados montes o en profundas gargantas y valles.
En esos tiempos, es cuando se empezaron a echar las maderas a los ríos, para sacarlas a distancia y así salvar lo abrupto y escarpado de las sierras.
Posiblemente los primeros gancheros no fueran más que aldeanos que se ganaban el jornal trabajando en el monte, y fue la demanda de madera de estas sierras lo que creó el oficio, que con los años pasaría a tener una gran perfección.
El nombre de Ganchero viene dado por la herramienta que usan y los caracteriza, que es un palo de unos dos metros y medio, de avellano o sabina, y en uno de sus extremos lleva acoplada una pieza de hierro con dos puntas una recta y la otra curva, con esta herramienta se sirven para empujar, acercar, dirigir y cuantos movimientos sean necesarios para manejar las maderas tanto fuera como dentro del agua.
Osea que el Ganchero lo que hace es conducir madera por los ríos hacia otros lugares para su comercialización o consumo, por lo que simplificando diríamos que el Ganchero es el transportista, la madera la mercancía y el río la vía de circulación.
Con esta introducción habremos definido vagamente el origen del Ganchero.
En España como en otros países del mundo como: Italia, Francia, Finlandia, Canadá, etc. En épocas pasadas donde, como he dicho antes, los medios de transporte eran precarios y difícilmente accedían a los lugares de producción forestal, la madera se transportaba por los ríos hasta otros puntos de comercialización o de transformación.
En este caso España es rica en diferentes modelos que bajo una misma denominación: “transporte fluvial”, pero con características diferenciadas, existieron en el pasado, así según el punto de la geografía como las particularidades del terreno y de los ríos el transporte fluvial en España tiene diferentes denominaciones: En Navarra se hacían grandes balsas de troncos unidas unas a otras, llamadas Almadías, y las personas que las conducían se llaman Almadieros, en Aragón se utilizaba una técnica similar llamada Navatas, y sus conductores Navateros, en Cataluña se denominaban Raiers, y al individuo Raier, en Cuenca se llamó maderada al modelo de bajar los troncos sueltos sobre el río y ganchero al personaje que los guiaba desde las orillas o sobre sus lomos, también en Cazorla y de forma parecida a Cuenca se llamaban pineros los que con ganchos conducían los troncos río abajo, que según Torres Mena aprendieron de los Serranos Conquenses por el 1850.
En la actualidad en la mayoría de estos lugares se celebran fiestas anuales de homenaje donde se representan los diferentes modelos de cada región, lo que sin duda es un gran bien cultural.
Aunque no se nos escapa que el origen del transporte fluvial está dormido en la noche de los tiempos, ya que sin duda el hombre desde su primitivo andar por la tierra debió descubrir que arrojando un tronco al agua sin más esfuerzos podría recogerlo más abajo sin el trabajo  que supondría hacerlo con los escasos medios de que disponían.
Por lo que debemos de fijar la idea de que el ganchero es un eslabón más en la evolución del transporte, aún así hay que significar que para hacer posible la navegación fluvial, el hombre debió de aprender a manejar y dominar la naturaleza del río y la de la madera, desarrollando una laboriosa técnica que les permitiría hacer estos largos viajes sorteando los peligros y dificultades que a cada paso  encontraban.
Llegado el momento de situar en tiempo y forma este personaje sobre la historia, debo decir que las primeras noticias de que dispongo  es que desde el levante se reclamaba la madera de Cuenca para la construcción principalmente militar, construcción naval y en menor medida construcción civil.
Así D. Francisco Franco Sánchez en uno de sus muchos estudios de temas árabes en la península recoge algunas sentencias o fatwas donde podemos ver como el transporte fluvial en el levante español, donde situaremos nuestros ríos Júcar, Cabriel y Turia, tiene tal importancia que se regula jurídicamente.
He recogido dos sentencias que considero de máxima importancia y posteriormente analizaré.

Sentencia del jurista Malikí Sahnun año 854.

-Pregunta: Los maderos ¿Pueden atravesar las presas?

-Respuesta: Aunque los molinos sean más antiguos, sus propietarios no pueden impedir la ruta de las maderas. Puesto que el río es como un camino destinado a la circulación.

Otra fatwa dice lo siguiente:

“Si la explotación de las madera es más antigua, será necesario abrir las presas. Si estas últimas son más antiguas, hace falta su consentimiento; la prioridad por antigüedad debe de ser establecida por los maestros de las presas. De igual modo se aplicará para los molinos”.

En estas sentencias del siglo IX los juristas musulmanes vienen a dejar claro que el río es una vía de paso y que debe de prevalecer el derecho de la actividad más antigua, teniendo que someterse las otras a pedir permiso.
Pues bien estas normas han estado vigentes hasta mitad del siglo XX, que acabaron las maderadas, ya que todas las construcciones que se hacían en ríos madereros debían de dejar una salida para el paso de la madera.
Así mismo en la vertiente del Tajo las primeras noticias que tenemos son de 1192 en que Alfonso VIII concede a la Orden de Calatrava el tercio del diezmo que pagaba en Toledo la madera transportada por el Tajo, aunque no cabe duda que al igual que en los ríos de la vertiente mediterránea la navegación fluvial empezaría siglos antes.
Estas son las primeras noticias y posteriormente a lo largo de los siglos se podrían contar por miles las referencias que se hacen de la navegación de la madera de Cuenca con destino al levante o  al interior, pero lo dejaré aquí  ya que este tema sería objeto de otro trabajo mayor.
Siguiendo con el relato se hace necesario recordar que la provincia de Cuenca ha sido y es, una de las zonas de España con mayor riqueza y extensión forestal, lo que ha promovido desde la antigüedad la explotación maderera como uno de sus principales recursos económicos, base de ocupación de mano de obra y de desarrollo industrial.
Como ya he dicho la madera es necesaria para que se dé el oficio de ganchero, el dominio de Cuenca sobre las demás provincias por la cantidad y calidad de su madera, haría que durante siglos el pino de Cuenca tuviera un notable protagonismo en las grandes construcciones del interior, como el Alcázar de Toledo, el Real Sitio de Aranjuez, El Escorial, el Palacio Real de Madrid, y otros edificios que poco a poco iremos descubriendo. Así mismo sirvió para construir los grandes buques, que se hicieron en las Atarazanas de Denia o el Arsenal de Cartagena.
Del vínculo de Cuenca con la madera y los Gancheros hay sobradas muestras, la primera la palabra Ganchero, que el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española la recoge como una voz propia de Cuenca.
Y otras como que Cuenca tenía un modelo de hacha propia, para la corta y desrame de los pinos, llamada “conqueña” que D. Eugenio Pla y Rabe la desacredita en su libro del 1897,titulado “Manual del Maderero”, en favor de las hachas con dos hojas, pero pensaba así porque él no cortaba los pinos, y la diferencia es  el peso del hacha de dos hojas, alrededor de 5 kilos y la conqueña sobre dos, la historia no le dio la razón, ya que las de dos hojas quedaron en desuso y prácticamente desaparecieron.

Hacha conqueña, con el sello de los herreros de Priego. Siglo XIX.

Hacha conqueña, con el sello de los herreros de Priego. Siglo XIX.

De igual manera nuestra fama y habilidad traspasa nuestras fronteras, de la mano del Ayuntamiento de Cuenca que en la Exposición Universal de Viena del año 1872 llevo muestras de pino negral.
O de particulares que en la Exposición Universal de París del año 1878 en el apartado de máquinas y herramientas D. Baldomero LLiverós y Gómez presento a concurso una hacha cuadrera, (para labrar la madera en el monte), y ganchos para la conducción fluvial de la madera.
Estos datos nos dan una idea de la importancia que tuvo Cuenca y su provincia en todo lo relativo a lo forestal, y como autoridades y particulares mostraron con orgullo nuestras costumbres y tradiciones.
Pero sin lugar a dudas nuestros mejores embajadores son los troncos que todavía permanecen incorruptos en muchas edificaciones de casas nobles, iglesias, palacios, etc y el recuerdo de nuestros gancheros, estos incansables viajeros, que con la “vara” y la manta cada año emprendían viaje hacia el mediterráneo, hacia el interior, a los montes de Cazorla, y a veces al pirineo a realizar trabajos de mucho riesgo.

ANÁLISIS DOCUMENTAL DE LA IMPLANTACIÓN DE ESTA ACTIVIDAD EN LA SERRANÍA DE CUENCA.

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¿POR QUÉ CUENCA?

CUESTIONES DE ÍNDOLE GEOGRÁFICO Y NATURAL.

Las Maderadas o transporte fluvial fueron posible gracias al clima y las lluvias que necesariamente necesitan los montes maderables para su crecimiento y supervivencia, la combinación de estos elementos en la parte alta de los ríos destinados al transporte fluvial: Tajo, Cuervo, Guadiela, Escabas, en la vertiente atlántica y Turia, Júcar y Cabriel en la mediterránea, dio a lo largo de los siglos  en esta vasta comarca las condiciones climatológicas para el crecimiento y mantenimiento de una gran masa forestal, y a su vez los cauces de agua necesarios para darse el transporte fluvial, que con la denominación de Maderadas perduro hasta mitad del siglo XX. Así lo explica Pascual Madoz en su Diccionario:

“Las sierras de Albarracín que por muchas horas se extienden hacia el O de la cordillera que les da nombre en la prov. de Teruel llegan á ramificarse con las de Cuenca, siendo quizás el núcleo de todas ellas la famosa sierra de Tragacete. En este grupo de es­carpadas montañas, y dentro de un radio que sin duda no llega á 2 leguas, salen como de un abundante depósito de aguas. y en dife­rentes direcciones cuatro ríos bastante caudalosos que son: el Tajo hacia el NO.; el Guadalaviar ó Turia al E.; el Cabriel al S., y el Júcar al SO… Las abundantes lluvias tan frecuentes en las sierras inme­diatas á este rio, el derretimiento de las nieves de que la mitad del año se ven cubiertas, principalmente aquella parte que con toda propiedad llaman Tierra Muerta, formando muchos y considera­bles arroyos… “ (PASCUAL MADOZ ).

Recordemos que la actual provincia de Cuenca,  mermada en su extensión desde que en 1804, 1834 y 1851  con las nuevas divisiones provinciales  perdería parte de su extensión, sobre todo los pueblos y comarcas que hoy ocupan en la provincia de Guadalajara la parte limítrofe al río Tajo, desde Peralejos de las Truchas hasta Bolarque incluido el territorio de Molina de Aragón. Aún en la actualidad tiene una superficie arbolada de 564.190 hectáreas, de las que 142.136 hectáreas son de Pinus Nigra o Pino de Cuenca.
Por lo que la explotación y conservación de los montes de cuenca siempre fue una constante, con mayor o menor acierto según los tiempos y las distintas formas de administración que ha vivido el territorio de Cuenca así como el de España.
Como datos interesantes destacar que en un Real Decreto de 27 de noviembre de 1852, con ocasión de haber recibido los títulos de Ingenieros de Montes los alumnos de la primera promoción  de  la Escuela especial de Villaviciosa de Odón, se trató de orientar el servicio al estudio, aprovechamiento y mejora de las Principales zonas forestales. Creándose cuatro Comisiones de Ingenieros destinadas, respectivamente, a las masas arbóreas de Cuenca, Segovia, Segura (Jaén) y Liébana (Santander). Con encargo especial de hacer la ordenación de los montes. (ENRIQUE MACKAY).
En el Real Decreto de 9 de mayo de 1890, que aprobó las bases de las Instrucciones de Ordenación de 31 de diciembre del mismo año, se mencionaron expresamente, “los montes  altos de las Sierras de Segura (Jaén), y Cuenca,” como campo preferente de aplicación. Se precisó más este precepto en el artículo 91 de las Instrucciones, que encargó a la sección directiva del Servicio la designación de los montes objeto de inmediato estudio, “empezando, por los de Jaén y Cuenca.”(ENRIQUE MACKAY).
Recojo aquí un artículo para reflejar la bondad de las tierras de Cuenca para producir pinos y en consecuencia el orgullo de sus inmensos pinares que a tantos ha cautivado a lo largo de los siglos, me decía una gran amiga, Consuelo Correcher-Pardo, de notable descendencia de Madereros, que su padre, el también “Ilustre Maderero” Jesus Martinez Correcher, le decía que “en Cuenca, los pinos se peleaban por nacer”. Y es cierto que después de siglos de maderadas, de talas indiscriminadas, de ausencia de política y controles forestales nuestros montes han sobrevivido a todas las agresiones que la historia les ha hecho, y estos montes se han sobrepuesto a todos los quebrantos, siguiendo siendo como hace siglos ejemplo y orgullo de los montes de España.

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El artículo es el siguiente:

Extraído del periódico “El Lloyd Español” con fecha de 28 de Diciembre de 1864. El titulo es: Memoria sobre el proyecto del ferrocarril de Madrid a Reus, por Cuenca, Teruel Utrillas, y el Priorato, por los Señores: Ordoñez Soley y compañía.

El terreno es montuoso en su mayor parte, abundante de excelentes pastos y cubierto de ricos y espesos bosques o pinares, no explotados hasta ahora. (Como verían los autores del artículo estos montes para asegurar que no se habían explotado hasta entonces, después de siglos de testimonios de cortas y maderadas) en una extensión de más de 140 kilómetros de los que habrá de cruzar el ferrocarril proyectado. La abundancia, riqueza y excelente calidad de dichos pinares, los mejores de toda España para la construcción, es tal, que personas de reconocida competencia, los han considerado como elemento bastante para el sostenimiento de una vía férrea“.

No participamos de esta opinión, pues de tener que sostener un ferrocarril únicamente con la extracción de maderas, el resultado sería, que en vez de explotar los pinares de un  modo conveniente y racional se verían pronto talados y destruidos por todas partes acabando imprudentemente con un elemento poderoso y de riqueza, elaborada por la naturaleza en el transcurso de los siglos y que debe de conservarse por medio de cortas regulares y en épocas oportunas.
De este modo las maderas de Cuenca y Teruel serian un manantial inagotable de exportación para surtir a precios módicos, los mercados de Madrid, Cataluña, Aragón y Valencia, donde tanto escasea aquel producto”.
De acuerdo con los datos del II inventario Forestal Nacional, la provincia de Cuenca tiene un volumen de pino en pie de 23.005.642 m3, lo que indica que para la corta de pinos por turnos de 100 años es de 578.608 m3, anual.

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CUESTIONES DE ÍNDOLE TERRITORIAL.

La provincia de Cuenca está situada en el Centro de España, teniendo  actualmente, una superficie de 17.044 km2. En la actualidad pertenece a la Comunidad autónoma de Castilla La Mancha junto con Guadalajara, Toledo, Ciudad Real y Albacete.
Limitando al Norte con Guadalajara, al este con Teruel y Valencia, al oeste con Toledo y Madrid y al sur con Albacete y Ciudad Real.
Pero sus límites provinciales no siempre han sido los mismos, sufriendo varias modificaciones en el pasado siglo XIX.
Así en el año 1785 en la división dada por el intendente de Cuenca, cumpliendo la orden del Conde de Floridablanca, aparece Cuenca dividida en tres partidos: Cuenca, Huete y San Clemente, de el de Cuenca comprendían 254 entidades de población y 85 en el Señorío de Molina y sus cuatro sexmos, teniendo 3 corregimientos en Cuenca, Requena y Molina.
El partido de Huete contaba con 92 entidades de población y un solo Corregimiento.
El de San Clemente, con 4 Corregimientos en Sisante, Iniesta, Utiel y la capital San Clemente.
Voy a citar las poblaciones que dejaron de pertenecer a la Provincia de Cuenca según los años en que se desmembraron, para darnos una idea del potencial forestal que tuvo la provincia de Cuenca: (Datos  de Braulio Marcos Huerta.)

En 1804, pasan a formar parte de la provincia de Guadalajara, (habiendo sido hasta entonces de la provincia de Cuenca), nueve poblaciones del Partido de Cuenca y setenta y tres que son de Tierra de Molina, pertenecientes a sus Sexmas del “Savinar”, Del Pedregal, Del Campo y de la Sierra, y lo que fue Tierras de Cuevas Labradas, por estas fechas agregadas a sus referidas Sexmas, dichas poblaciones son: Adobes, Alcoroches, Aldehuela, Algar de Mesa, Alustante, Amayas, Anchuela del Campo, Anchuela del Pedregal, Anquela del Pedegal, Aragoncillo, Baños de Tajo, Campillo de Dueñas, Canales de Molina, Castellar de la Muela, Castilnuevo, Catellote, Cillas, Concha, Corduente, Cubillejo de la Sierra, Cubillejo del Sicio, Cuevas Labradas, Cuevas Minadas, Checa, Chequilla, Chera, Embid, Escalera, Estables, Fuembellida, Fuentelsanz, Herrería, Hinojosa, Hombrados, Labros, Lebrancon, Megina, Milmarcos, Mochales, Molina de Aragón, Morenilla, Motos, Novella, Orea, Otilla, Pardos, Pinilla de Molina, Piqueras, El Pobo de Doeñas, Pradilla, Prados Redondos, Rillo de Gallo, Rueda de la Sierra, Selas, Taravilla, Tartanedo, Teroleja, Tierzo, Tordelpalo, Tordellego, Tordesilos, Torete, Torrecuadrada de Molina, Torremocha del Pinar, Torremochuela, Torrubia, Tortuera, Traid, Valhermoso, Valsalobre, y Ventosa, esto en lo que se refiere a Tierra de Molina, y a lo que era Partido de Cuenca:  Cereceda, Mantiel, Morillejo, Ocentejo, Peralejos de las Truchas,  La Puerta, Valtablado del Río, Villel del Río y la Yunta. Este es total de pueblos que pasan a Guadalajara sin darle a Cuenca nada a cambio.

Por Real Decreto de 30 de noviembre de 1833, se ordena otra nueva división, pasando en este caso otros veinticinco pueblos de Cuenca a la provincia de Guadalajara que son: Alique, Arbeteta, Armallones, Carrascosa de Tajo, Casasana, Castilforte, Corcoles, Chillaron del Rey, Escamilla, Hontanillas, Huertapelayo, Illana, Millana, Pareja, Peñalén, Peralveche, Poveda de la Sierra, Santa María de los Poyos, El Recuenco, Sacedón, Tabladillo, Torronteras, Villaescusa de Palositos, Villanueva de Alcorón y Zaorejas.

En el mismo año 1833, se crea la provincia de Albacete, pasando de la de Cuenca las siguientes poblaciones:

Albengibre, Alatoz, Alborea, Alcalá del Río Júcar, Barrax, Casas Ibañez, Casas de Motilleja, Cenizate, Fuensanta, Fuentealbilla, La Gineta, Golosalvo, Jorquera, Pozo Lorente, La Roda, Tarazona, Valazote, Valdeganga de Jorquera, Villalgordo del Júcar y Villatoya.

En 1851 pasan a la provincia de Valencia las siguientes poblaciones: Camporrobles, Caudete de las Fuentes, Fuenterrobles, Requena, Utiel, Venta del Moro y Villargordo del Cabriel, con sus respectivas aldeas.

Como podemos ver, en lo que en este trabajo nos toca, que es el tema forestal, podemos constatar cómo la Provincia de Cuenca pierde a lo largo de estos años enclaves muy importantes en la producción maderera, sobre todo la zona que comprende el hoy denominado Alto Tajo, desde su nacimiento hasta las juntas con el Guadiela, en Bolarque, que antaño pertenecieron a Cuenca y su Obispado, así mismo sus maderas y recursos.

Aporto estos algunos datos, sacados del Archivo Municipal de Cuenca, para ilustrar estos retazos de historia.

-En el año 1552  se le encarga al concejo de Cuenca que  autorice la corta de 400 pinos para hacer 400 vigas para los alcázares de Toledo, proponiendo dicha corta en Villanueva de Alcorón , termino de esa ciudad.

-De Real Célula de 7 de Febrero de 1567, el Monarca Felipe II, manda pedir  al Concejo y Alcaldes de Poveda, de la Ciudad de Cuenca 108 vigas para la construcción del Monasterio de S. Lorenzo del Escorial.

Así pues es lógico entender el por qué de la denominación del pino Negral o Laricio como Pino de Cuenca, debido a que la mayor extensión de España en la producción y exportación de esta especie forestal estaba en el territorio de la antigua Provincia y Obispado de Cuenca.
Recordando el valor de la madera de este pino, dada su resistencia, para la construcción civil y naval tiene sentido que los consumidores hicieran de las sierras de Cuenca el  santuario del Pino Laricio., como podremos descubrir más adelante.

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LA MADERA.

En la actualidad, sobre la Sierra de Cuenca y por extensión la parte limítrofe con Guadalajara y Teruel, existen tres variedades de pinos siendo todas ellas válidas y provechosas para los diferentes mercados de madera según se necesiten piezas de tal dureza o de tal calidad.
Los pinos comunes en esta latitud son: el pino Laricio, el pino Albar, y  el Rodeno o Marítimo, cada una de estas especies ocupa su espacio según altura y características del suelo, y a veces se mezclan sus comunidades.
De todas ellas el pino laricio, es la primera de nuestras especies maderables; conocido asimismo como pino pudio, blan­co, negral o pino de Cuenca, el lari­cio o salgareño (Pinus Nigra), que llega a alcanzar los 40 metros de longitud.
Así el Padre Fray José de Sigüenza en su “Historia Primitiva y exacta del Monasterio del Escorial” escrita en el siglo XVI, se refiere de esta manera:

“Por el contorno y la comarca, (hay) grandes pinares, el de Balsaín de Segovia, el Quejigar y Navaluengo de Ávila, y los de Cuenca, no desacomodados, donde se crían tan hermosos pinos, que los podemos llamar cedros de España, de poca menor firmeza y hermosura que los del monte Líbano, especie particular de pinos, como lo vemos aquí en sus maderas y piñas.”

O esta otra:

“Casi todas las maderas que bajan á Valencia por el Turia y el Júcar proceden de la provincia de Cuenca. Los ríos de este im­portante distrito forestal por los que puede flotar la madera son: el Turia, el Cabriel, el Júcar, el Escabas, que se une al Guadiela más abajo de Priego, el Cuervo, cuyas aguas se mezclan con las del Guadiela, y el Guadiela, que se junta con el Tajo. El Mos­cas, el Güecar y el Trabaque no son flotables”. (BOSCH, 1866).

Son incontables las citas que nos revelan el pasado forestal de la provincia de Cuenca, de sus pueblos de sus gentes, y el valor y la importancia que tenían los pinos para su economía y su vida misma, la misma madera que les proporcionaba calor y trabajo les llevaba la desgracia y la muerte, como queda reflejado en las Relaciones Topográficas de Felipe II de 1566 de Huélamo, contestando lo siguiente:

“no hay cosa que contar sea si no son muertes desgraciadas que han sucedido cortando pinos para llevar leña por el río a la ciudad de Cuenca……. que vienen tan recios que sin tocar a los hombres que solo el aire arrozallos y hacellos pedazos.”

Para acabar de hablar de la madera de Cuenca voy a dar dos datos que creo que resuman su valor y utilidad.
De un documento del inventariado de materiales para las obras Reales se dice:

La madera para las armaduras, las del Convento, (monasterio) del Escorial y el de doña María de Aragón en Madrid, se condujo  de los montes de Cuenca por cuenta del Rey en el año 1584. (Semanario Pintoresco Español, 1849). Pues bien después de más de 400 años se han realizado estudios de las maderas que aún quedan, ya que desgraciadamente los incendios han acabado con una gran parte de ellas, y el resultado es que tras su reconocimiento como pino Laricio de Cuenca se ha podido apreciar que en la actualidad están en perfecto estado, la que no ha sufrido alguna desgracia ajena a su desempeño, como así lo atestigua Eva Martin Orejudo, en su proyecto de fin de Carrera sobre Patologías de las maderas estructurales y de carpintería constructiva de edificaciones de interés Histórico Artístico. Caso del Monasterio del Escorial.

NUESTRO PERSONAJE: EL GANCHERO.

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El Ganchero, al igual que otros oficios tuvo su origen en la necesidad de transportar la madera de las altas sierras hasta otros lugares de comercio y consumo, en lo más temprano de su andadura, no se consideraría como oficio o gremio ya que estaría enclavado con el genérico de trabajos forestales o madereros estas personas que tenían como cometido el acompañar a las maderas por los ríos, arduo trabajo, de mucha penuria y poco salario estaba destinado a los sectores sociales de menores recursos, a menudo en tierras cristianas estaba destinada a los “moros”, como el eslabón más bajo de las clases sociales, y en otros casos serian personas obligadas a hacer la labor, por lo general siendo contratadas en los pueblos limítrofes de la actividad, siendo su ocupación temporal en el año y además sin seguridad para el próximo, dado la enorme flexibilidad social que había en los remotos tiempos cuando se desarrollo esta labor. Más adelante esta actividad requeriría una mayor especialización, por lo que fue entonces cuando debieron de surgir los verdaderos gancheros que de padres a hijos trasmitieron el dominio del rio, y así comenzó a fraguase lo que sería el “oficio” de Ganchero, que hasta la primera mitad del siglo XX perduró, destacando éste sobre los demás de origen forestal.
Aunque por mis conocimientos del tema creo acertado decir que el ganchero aparte de ser una forma de ganarse la vida además era una forma de ver la vida, ya que aun sumando todas las penurias que pasaban, para ellos, cada viaje, cada maderada, era una aventura, que no cambiarían por otro trabajo más sedentario, aunque no se considerasen “como oficio Gancheros”, ya que lo compaginaban con sus otras tareas del campo, e  incluso otros oficios.
Valga esta copla de nuestros Gancheros Conquense de principios del siglo XX, para ilustrar el relato:

“Somos segadores
y no peregrinos,
la bomba moderna
de los Cofrentinos.”

Esta copla la cantaban en las maderadas indicando que los Gancheros de Cuenca estaban en su tierra, y fuera de las maderadas se dedicaban a las labores del campo, y que los que venían de Cofrentes, Chelva  eran peregrinos por tener que salir de sus tierras a buscase el pan, la palabra “bomba moderna” refiere a “modo actual”, ya que la afluencia de Gancheros de otras provincias ha variado según el trabajo de estos hombres en sus respectivos sitios de origen.
Dejaré que hablen de ellos otras personas que me han precedido, y que de manera significativa han quedado prendados de estos personajes.

“Oficio el de ganchero arduo y peligroso, sumamente arriesgado, ya que el menor descuido o fallo en el mane­jo de los maderos podía resultar fatal, requería mucha destreza y gran experiencia, procurad as por temprana y larga especialización. Ésta era inseparable de una arrai­gada vinculación familiar, de manera que los gancheros se sucedían de padres a hijos, principalmente entre natu­rales de la Serranía de Cuenca, sobre todo de los térmi­nos de AIcantud, Cañamares, Priego y Poyatos, aunque también, fuera de ella, existiese notoria tradición en al­gunos pueblos valencianos, como Chelva (Turia) y Co­frentes, en la confluencia de Cabriel y Júcar, donde “ … los pobres se emplean en la conducción de maderas por el r. Júcar, a cuyo fin salen algunos jóvenes abando­nando por ello la agricultura”. Pascual Madoz.

Otra cita de A. Sanz Serrano,  del 1949 dice así:

“Tal es la vida frugal, penosa, pintoresca y arriesgada de es­tos obreros conquenses… Mas la sequía pertinaz que padece la comarca y la construcción de obras hidráulicas les ha obligado a hacer un alto en su trabajo y profesión. Poco a poco estos “gan­cheros” conquenses perderán su tipismo regional para acomodar­se al transporte mecanizado, añorando, no obstante, su especiali­zación heredada de rancio abolengo”.

También J. Navarro  Reverter, de sus muchos y prestigiosos estudios sobre el tema forestal, supervivencia, transporte, etc,  en  su crónica de 1872 en la revista “Revista Forestal”, tiene una especial atención al transporte fluvial, hablando del transporte fluvial por piezas sueltas, dice lo siguiente:

“Donde este método alcanza notable perfección es en la provincia de Cuenca, y tal destreza adquieren los madereros (Gancheros) en este género de trabajo, que causa asombro ver cruzar orgullosas las piezas, por arroyos cuyo miserable caudal se consideraría impotente para tal objeto.”

No cabe duda que de lo que aquí se refiere D. Juan Navarro Reverter,  es a los arroyos y ríos en su parte más pobre de agua, osea, en su nacimiento o los cauces que proporcionan agua a otros más principales, para que esta porción de agua, a veces minúscula, junto con la ingeniería y talento de los Gancheros conseguirían hacer flotar y navegar grandes piezas de madera que dejarían asombrados a propios y a extraños, como pasaba con el “Arroyo de la Madera” (en Sierra de Cuenca), que había años que bajaban por el 30.000 piezas de madera, (Moros, 1847),  más  aún en lo que no está escrito, podemos ver en las señales que dejan los Gancheros como en todos los arroyos de la Serranía de Cuenca, e incluso ramblas, las han utilizado para bajar madera a los cauces más importantes, y así sacar del monte su preciado tesoro, “la madera”.

LAS MADERADAS DEL TAJO.

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VERTIENTE DEL ATLÁNTICO, RÍOS GUADIELA, CUERVO Y ESCABAS.

El río Tajo, con sus tributarios Guadiela, Cuervo, Escabas, Gallo y Cabrillas, todos ellos con sus respectivos nacimientos en el corazón de la península Ibérica, y más concretamente en el nudo hidrográfico más importante de nuestra geografía, han transportado a sus lomos millones de troncos que fueron a conformar el grandioso patrimonio arquitectónico del interior del Reino.
Son muchas las referencias que he encontrado indicando la procedencia de las maderas, y el destino de las mismas.
D. José Torres Mena en su libro “Noticias Conquenses”, de 1878 nos dice así:

“para las conducciones por el Tajo, los principales embarcaderos están en la dehesa de Belvalle, termino de Beteta,(Cuenca), y en otro paraje del termino de Peralejos, (de Guadalajara desde 1833), junto a un molino.”

De las Relaciones Topográficas de Felipe II, (1575-1578) se deduce que el origen de las mismas esta­ba en las sierras de Cuenca y Molina, (Sierra Molina pertenece a Checa, en aquel tiempo perteneciente a la Provincia y Obispado de Cuenca) y que su destino principal era la ciudad de Toledo, usándose en la construcción de casas, como Borrox y Magán. Así, en la relación de Tendilla se dice: “pasa el río tajo muy caudaloso y vienen por él muchas maderadas de las serranías de Cuenca y Molina”; y en la de Mazuecos: “pasa mucha madera de las sierras de Cuenca y de otras partes, la cual va a parar a Toledo”.
En las relaciones de Borrox y Magán, lugares cercanos a Toledo hay coincidencia a la hora de indicar la procedencia de las maderas que emplean en la construcción de sus casas: “son de Cuenca y vienen por el Tajo hasta Toledo“.
Finalmente, en la relación de Almonacid de Zorita, a orillas del río Guadiela, se dice que también por este afluente del Tajo “vienen maderas de la sierra de Cuenca a entrar en el río Tajo“. (Fernando Arrollo Ilera.)
Varios documentos del Archivo Histórico Nacional nos hablan de los pagos que debían hacer, los que bajaban la madera, al pasar por los puentes de ciertos señoríos, así, uno de 1722 habla sobre el pago del diezmo de madera que baja por el río Guadiela y que pasa por el puente de San Pedro de Palmiches y de Alcocer.
En 1574, por Célula Real de Felipe II, dirigida al Duque Iñigo, para que Ordenase el paso libre por los puentes de Alcocer y San Pedro, de ciertas maderas para sus obras.
O en 1556 de un documento, con el testimonio de la madera que pasó ese año por el puente de San Pedro de Palmiches.
Otra cita no menos interesante nos viene de la mano de Don Antonio Valladares de Sotomayor, de su libro de 1787 titulado:  “Semanario erudito que comprehende varias obras inéditas, criticas, morales, instructivas, políticas … de nuestros mejores autores antiguos y modernos.” que nos dice así:

“Lo segundo porque me hace gran fuerza el exemplar que V. S. alega de las maderadas de pinos robustos y de gran largura que han venido y vienen por el Tajo hasta Aranjuez, y Toledo. El Doctor Pedro Salazar y Mendoza escribe que la primera maderada que vino desde la sierra de Cuenca por el Tajo a Toledo fue para la fábrica del hospital de niños expósitos, mandada labrar por el Gran Cardenal de España Don Pedro González de Mendoza, que murió mas ha de dos siglos y medio. Desde entonces fue tan común venir a Toledo las maderadas por el Tajo que aún conserva el nombre de “Aserradero”, el sitio en que se sacaban y aserraban. Olvidose esta útil practica muchos años, pero ya han venido no solo muchas maderadas a Aranjuez, como V.S. afirma; sino también vimos el año pasado llevar por el Tajo una gran porción de maderas de todos los tamaños, de Aranjuez a Toledo.”

El hospital de niños expósitos al que se refiere el documento se empezó a construir en el año 1494.
Mucho más actual, aunque literario, es el genial libro del “Maestro de la Vida”, ¡como adivinareis!, José Luis Sampedro, con el título “El Río que nos Lleva”, donde magistralmente desliza su pluma para recrearnos en un ambiente puramente rural con las pinceladas propias del medio siglo XX, entre una sociedad que no quería dejar sus privilegios y otra que irrumpía con fuerza, pidiendo a gritos nuevos marcos de convivencia, todo ello aliñado con la mejor de las escenas, una maderada, pues bien esta maderada, la que nos conduce por el río Tajo, agua, y personas, naturaleza y humanidad, parte de Belvalle, Beteta, Cuenca, indicándolo así el Maestro: Por boca del “Galerilla”, el chico que va en la maderada, este le dice a Shannon: “Paula se nos juntó en Fuente del Berro, allá por Poveda y nosotros embarcamos la maderada en la finca de Belvalle.”
Las citas de la utilidad del río Tajo, junto a sus afluentes, y de la madera de Cuenca con destino al interior, Toledo, Madrid, El Escorial, Aranjuez son mucho más abundantes debido a que los grandes poderes de todas las épocas:
Monarquía, (estado), Clero y Burguesía, (antes duques, condes, etc), fueron los principales consumidores de la madera para sus Palacios Iglesias, Monasterios, casas y demás construcciones. La duración de las Maderadas del Tajo, desde  el origen mismo de sus afluentes hasta Aranjuez venía a ser de 5 o 6 meses, que habrían de sumarse 1 o 2 más hasta llegar a Toledo. Aunque como es de comprender la variación de los caudales en la cuenca alta de los ríos, así como los problemas del trayecto, junto a la cantidad de madera que llevasen determinaría de forma significativa la duración de cada Maderada, como ejemplo significativo cuando estalló la guerra Civil de 1936 el río Tajo y sus afluentes se encontraban repletos de madera, el empresario Jesús Martínez Correcher, quiso el destino que la situación social de España los atrapara entre la obligación de bajar la madera, y la guerra, muchos de los gancheros se fueron al frente a defender a la República, y los otros pusieron condiciones económicas, para continuar la travesía, lo que originó una huelga, que desembocó en una subida sustancial del salario y el retraso de la Maderada hasta Aranjuez, durando ese viaje 9 meses, con los consiguientes agravios para el empresario y los Gancheros.

VERTIENTE DEL MEDITERRÁNEO: TURIA, JÚCAR Y CABRIEL.

LAS MADERADAS DEL TURIA.

El río Turia, que en su nacimiento se le bautiza como Guadalaviar, ha sido, junto al Júcar las principales vías de transporte fluvial desde el interior de la península hacia el Mediterráneo, y particularmente el Turia ha abastecido de madera durante siglos la ciudad y Reino de Valencia. La madera que viajaba por el Turia se embarcaba principalmente en el marquesado de Moya (CUENCA). La Tierra de Moya, situada inmediatamente al noro­este de la de Requena, abarca una gran extensión en la actual provincia de Cuenca, lindando con tierras valencianas de Ademuz, Alpuente y  Chelva.
Curiosamente la mayor parte del territorio de Moya pertenece a la cuenca del Cabriel, del que es afluente el río de Moya. Y así, cuando la madera iba destinada a Valencia, era embarcada en Santa Cruz de Moya y bajaba por el río Turia, pero cuando se enviaba a Alzira y Xàtiva, descendía por el río Cabriel, desde los embarcaderos de Cristinas y Enguídanos. En la documentación medieval (siglos XIII-XV) Moya aparece como principal origen de la madera que com­praban los constructores y carpinteros de la ciudad de Valencia. Junto a Moya aparecen también Enguídanos en 1321, Teruel en 1333 y Requena en 1449.
Otras fuentes citan también a Ademuz y Albarracín.
Tanto Gaspar de Escolano a comienzos del siglo XVII como el inspector de la Marina J. Maltés en 1738 y Antonio Ponz en la segunda mitad del XVIII vuelven a confirmar que los pinares de Moya eran la principal fuente de aprovisionamiento de madera para Valencia.
La duración de la Maderada que embarcaba en Ademuz y Santa Cruz de Moya era de 3 a 5 meses según el caudal del río, cubriendo unos 130 km.

LAS MADERADAS DEL JÚCAR.

El río Júcar (y su afluente el Cabriel) cuenta con una larguísima tradición en la conducción de maderas, como atestiguan los textos árabes desde el siglo IX del que empezamos a tener referencias, para la construcción civil y naval, una de las crónicas más notorias es esta. Refiriéndose a Kelatza, territorio que los historiadores lo sitúan en el término de Villar del Humo, que en ese lugar “se cortaban los árboles y se les hacían descender por agua hasta Denia y Valencia, llevándolos por el río kelatza hasta Alcira.”(AL-IDRISI, siglo XII)  Su destino fue tradicionalmente el litoral mediterráneo (Valencia, Alcira, Cartagena…) además parte y en algunos casos toda la maderada desembarcaba en Cuenca, para su distribución y comercio en el interior utilizando desde esa plaza el transporte rodado, carros.
Las maderadas que bajaban por el río Júcar tenían su origen principal en la Sierra  de la Madera, una gran muela calcárea, de 1.400 metros de altitud, terreno idóneo para el crecimiento, como he dicho anteriormente del pino Negral o de Cuenca, muy  apreciado para la construcción y la sierra.
Desde su mismo nacimiento es aprovechado su poco caudal para la flotación de las maderas, debido a la gran proximidad de los pinos y el río, aunque para los embarques principales se destinaban zonas, río abajo, con mayor nivel de agua.
Así nos lo cuenta A. Lleo:

“A poco de su nacimiento cerca de Tragacete y tras engrosar su caudal con la aporta­ción del arroyo de Valdemeca, el Júcar comienza a ser navegable en Huélamo, en la Cañada de los Pegueros si bien buscando mayor caudal y para evitar ciertos tramos difíciles de esta zona alta, los madereros encontraron otros puntos más cómodos para el embarque aguas abajo, primero en Uña, en donde todavía se conserva el Camino de los Madereros que baja de la citada muela, y más tarde en Verdelpino, donde hay grandes explanadas para dejar purgar la madera durante unos meses antes de iniciar la aventura fluvial”.

En la minuciosa Descripción geográfico-estadística del río Júcar que entre 1845 y 1846 redactó por encargo de la Junta de Representantes de las acequias de la Ribera y de Valencia don José Moros y Morellón, se ofrecen algunas notas de interés sobre el trans­porte de madera en esta parte más alta del río. Dice que la villa de Uña, junto a la lagu­na del mismo nombre “gozó algún tiempo de cierta celebridad por el gran comercio de maderas, … hoy muy decaído“.
Este mismo autor recoge una anécdota para ilustrar el peligro que corrían en el famoso Tranco de Villalba los Gancheros en sus repetidos viajes. “un trafican­te (entiéndase comerciante) de maderas que cansado de que en cada expedición el pozo se le tragara de 30 a 40 vigas … dió orden de conducir allí una grande armadía o peaña que diese de comer al mal­dito pozo hasta hartarle, …. y perdió 700 vigas antes de abandonar su propósito“. La decadencia de las maderadas del Júcar desde Cuenca al Mediterráneo, vino de la mano del ferrocarril, ya que tras la inauguración de las líneas Madrid-Alicante (1858) y de Valencia­-Almansa (1859), las maderas que bajaban por el Júcar empezaron a ser desembarcadas en La Fuensanta, lugar cercano a La Roda (Albacete) desde cuya estación eran distribuidas por tren con destino a Alzira, Valencia y otros puntos  de consumo. Así lo indicaba  en 1866 Miguel Bosch cuando escribía que ya no bajaba madera por el Júcar hasta Cofrentes y que toda la que pasaba por este pueblo en dirección a Alzira procedía del Cabriel.

Foto-9

ÚLTIMAS CONSIDERACIONES.El esfuerzo de documentar este proyecto de la forma que lo he hecho, obedece a mi propuesta de que sea Cuenca la que lidere y pilote dicha empresa, ya que como hemos podido ver en las citas que he aportado, tanto en la vertiente del Tajo con sus afluentes Cuervo, Guadiela, Escabas como en la del Júcar con el Cabriel y el Turia la madera que se utilizó en las Maderadas era principalmente de la Provincia de Cuenca.

El arraigo de la actividad de Ganchero, estaba en la Provincia de Cuenca, y toda la documentación aportada más otras que, por no hacer más extenso el trabajo no las menciono, sitúan a la provincia de Cuenca como el referente del transporte fluvial en el interior de la Península, por sus maderas, sus ríos y sus Gancheros, por lo que encuentro legítimo pedir que desde esta Provincia relancemos cultural y económicamente esta tradición tan arraigada, y que tantas páginas ha llenado en la historia de nuestra provincia, sirviendo de orgullo a los conquenses en el pasado, en el presente y ahora, esperemos, en los del futuro.

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