La Candelaria y el mito de Perséfone
LA CANDELARIA Y EL MITO DE PERSÉFONE
Jorge Garrosa Mayordomo
Ahora que en estos días hemos celebrado la fiesta de La Candelaria en Masegosa, no estaría de más investigar un poco sobre los orígenes de esta festividad, una festividad que servia antiguamente para dar las gracias por el acortamiento de las noches y el alargamiento de las jornadas. Unos días estos, que con la mitad del invierno ya sobrepasado, empezaban a mostrar habitualmente una cara mas benigna para la realización de las labores del campo.
Así pues, para remontarnos a los orígenes de esta tradición, tendríamos que retroceder hasta la antigua Grecia, donde según cuenta la leyenda, Perséfone, hija del dios Zeus y su esposa Demeter, diosa esta que representaba a la agricultura en la antigua mitología griega, vivía apartada del mundo y protegida por su madre. Sin embargo, aunque apartada de todo, el dios Hades que reinaba en el inframundo o reino de los muertos la conocía y estaba ciegamente enamorado de ella; por lo que un día, y con la aquiescencia de Zeus, decidió raptarla a través de una grieta que abrió en el suelo, por donde logró llevársela a su reino.
Demeter, avisada del rapto de su hija, abandonó todos sus deberes y se lanzó a buscarla, por lo que la tierra se fue volviendo cada vez más yerma y estéril debido a la falta de sus cuidados. Demeter, en su desesperación, no cejaría de buscarla ni siquiera por las noches, en las que con una antorcha en la mano recorrería los campos y bosques en busca de su hija.
Zeus, al ver a su mujer en este estado, desesperada y descuidando sus obligaciones, ordenaría a Hermes, otro de sus hijos, el rescate de Perséfone y, aunque finalmente ésta sería rescatada y traída de nuevo a la tierra. Esta liberación sería solamente parcial ya que por acuerdo entre Zeus y Hades, Perséfone debería de regresar cada seis meses al inframundo. Así, este regreso de Perséfone al mundo de los vivos, haría de nuevo renacer la vida en la tierra dando paso a la primavera, simbolizando de esta manera el cambio de las estaciones frías a las cálidas y viceversa.
Para conmemorar este suceso, hombres y mujeres celebrarían una fiesta a principios del mes de febrero, donde con candelas y el encendido de hogueras se representaría esta búsqueda de Perséfone por parte de Demeter.
Con la llegada del cristianismo, esta fiesta de carácter claramente primaveral, al igual que muchas de las existentes en la época grecorromana, sería asumida por la iglesia católica, primero por la de oriente y posteriormente por la iglesia de occidente en el siglo VI de nuestra era, convirtiéndose en una fiesta de advocación mariana.
Esta fiesta se mantendría en la tradición de muchos de nuestros pueblos, incluida Masegosa, celebrándose a lo largo de los siglos inalterablemente, hasta que ya entrados en el siglo XX, debido a la despoblación sufrida y al abandono de las tareas agrícolas, este rito sería progresivamente abandonado y prácticamente echado en el olvido.
Actualmente y gracias a la acción de los socios de “La Mansiegona”, esta fiesta se ha recuperado nuevamente, volviéndose a realizar desde hace unos cuantos años, con el encendido de una hoguera al atardecer del día y una reunión vecinal, donde se celebra con comida y unos vasos de mistela la fiesta de la Candelaria o de las candelas; festejando un evento que aunque haya variado en sus formas a lo largo de los siglos, siempre ha servido para dar la bienvenida a la primavera.
Y es que como dice uno de nuestros viejos refranes castellanos:
“Si para la Candelaria nieva o llueve, el invierno de atrás nos viene; y si no nevó ni llovió, el invierno se acabó”.
Interesante, Jorge, tu aportación sobre la celebración del día de las candelas o La Calendaria, desde los ritos antiguos, cuando celebraban el renacer de la luz frente a las frías e interminables noches del invierno.
Hasta que la emigración de los años sesenta del siglo pasado rompió el devenir ordinario de las vidas aldeanas de nuestra Sierra, en Masegosa había tres hogueras casi seguidas: San Julián Canastero, el 28 de enero; La Magdalena (o Malena, que se decía) el 2 de febrero; y San Blás, el 3 de febrero.
San Blas con María Magdalena y San Juan Nepomuceno. Valentino Rovisi. 1780.
San Julián, sin duda, es celebración del S. XVI, cuando en la capital del obispado se hicieron grandes esfuerzos para promover al segundo obispo de Cuenca como santo.
San Blas es celebración más antigua –S. IV o V-, quien debe tener el original de la celebración canónica del primer renacer de la primavera.
La hoguera de la Malena es la más reciente. Sin duda tiene que ver con el abandono del pueblo de Durón, cuyos últimos vecinos se bajaron a vivir a Masegosa hará más de doscientos años, y –tal vez ante el deterioro de la ermita de Santa María Magdalena- trajeron la imagen, a la que le hicieron una humilde ermita en el camino de la Fuente de los Huertos.
Mientras que las hogueras de San Julián y San Blas se prendían junto a la iglesia, la de la Magdalena (o Malena) se quemaba enfrente de su ermita.
Cuando los últimos descendientes de Durón quisieran celebrar su patrona –luego de ya trasladada a Masegosa-, debieron encontrarse con muchas dificultades entre el clero y la feligresía local. La celebración canónica de María Magdalena es el 22 de julio, pero en Masegosa la patrona era Santa Ana, el 26 de ese mismo mes; y en días de mucho ajetreo por la siega y la tilla no cabían dos fiestas seguidas, por lo que se descartaría la celebración de la Virgen de menos arraigo.
Sin embargo, los duroneros (o duronenses, que no se cual es su gentilicio) es probable que tiraran de otra tradición propia, la de la hoguera del 2 de febrero, que coincide con esa costumbre atávica de celebrar el aumento de los días. Esto sí puede explicar, salvo mejor criterio, que Masegosa quemara tres hogueras en una semana bajo la invocación de distintos santos. Era invierno y las labores lo permitían.
En nuestra asociación, Mansiegona, se ha recuperado la tradición de las hogueras, concentrándolas todas en un día del último fin de semana de enero o del primero de febrero. No podemos hacer más, pero nos equivocamos llamándola de la Candelaria. La Virgen de la Candelaria tiene que ver con Tenerife y, por extensión, con las Islas Canarias, pero no con nuestro país serrano.
Como las tres hogueras de antaño las hemos concentrado en una, y sabiendo que San Julián y San Gil no son santos de devoción local, sugiero que en adelante llamemos a nuestra actividad Hoguera de la Magdalena.