Por su historia, por sus parajes tan espectaculares como la Hoz del río Guadiela, por su fértil vega, por sus calles que aún recuerdan el antiguo esplendor de una villa de señorío, por su iglesia gótica, por su castillo que tantas historias guarda y por tantas otras cosas, Beteta es un pueblo digno de visitar.

Sobre ella y las aldeas que formaron parte de su jurisdicción hay muchos artículos escritos en la revista Mansiegona.

Aquí reproducimos solo fotografías, pero a quien quiera saber más de ella, además de otras fuentes, que las hay, le aconsejamos que repase los distintos números editados por nuestra revista.

EL CASTILLO DE BETETA

No hay referencias históricas claras que indiquen cuando empezó la construcción de este castillo. Probablemente se inició con una torre de vigilancia luego de la ocupación por los cristianos en año 1166, cuando Alfonso VIII, de 11 años de edad, representado por la poderosa familia de los Lara, condes de Molina, concedió los derechos sobre Beteta y las aldeas adyacentes al obispo de Sigüenza.

El primer documento que conocemos sobre su existencia es de 1172, año en el que el obispo de Sigüenza, dueño de Beteta y sus villares como sabemos, y el conde Pedro Manrique de Lara, segundo señor de Molina, suscriben un contrato de permuta, Por este testo sabemos que pasa al conde de Molina “…la mitad de toda Beteta y especialmente elcastillo y la villa y todo el término y demás derechos que le pertenezcan…”

Pasados los años, e incluso los siglos, y con la implantación del feudalismo, Beteta y su tierra acaba siendo señorío jurisdiccional de familias nobles como los Albornoz, Carrillo de Albornoz y Ariza. Sin duda, los primeros ampliarían la fortaleza para defender sus dominios frente a otros nobles rivales.

A partir de los Reyes Católicos los nobles fueron perdiendo influencia y con ella sus fortificaciones.

El castillo de Rochafría vuelve a ser un enclave militar importante con las guerras carlistas del S. XIX. Los partidarios de D. Carlos de Borbón se atrincheraron ahí para sus correrías contra los liberales y lo reedificaron en parte. Esta parte rehabilitada tiene una construcción simple, por apresurada. Basta con echar un vistazo a las paredes que han sobrevivido a los tiempos actuales para ver la diferencia de mamposterías.

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